Las primarias del Partido Demócrata han tenido el valor de que ni el género ni la raza han sido las cuestiones centrales del debate. Barack Obama no mencionó siquiera que era el primer candidato negro a la presidencia en el discurso que certificaba su victoria. Hillary Clinton tampoco quiso cosechar votos explícitamente con el argumento de que era mujer. Ha sido interesante la batalla entre estos dos demócratas que no han querido explicitar lo que era evidente.
La campaña vuelve a situarse en el punto cero y empieza la gran contienda entre John McCain y Barack Obama, el héroe de guerra en tiempos de Vietnam y el mestizo que maneja la oratoria de forma espontánea y lúcida.
El color de Obama es un factor que no se supera con discursos en un país en el que Lincoln abolió la esclavitud hace un siglo y medio pero que hasta la Ley de Derechos Civiles del presidente Johnson no se garantizó la igualdad racial en algunos estados del sur. En las primarias no ha sido decisiva la raza, pero a partir de ahora sí que adquirirá una gran relevancia.
No porque Obama sea negro, mestizo, sino porque será la forma más directa para desautorizar el cambio que piensa introducir en Washington que no es una ciudad de oratoria o de lírica sino el centro del poder occidental.
A Obama, al igual que McCain, les interesa presentarse como ciudadanos normales que, casi siempre, suelen ganar las elecciones en Estados Unidos. A Harry Truman, que saltó a la presidencia al morir Roosevelt en 1945, ganó las elecciones de 1948, enfrentándose a una corriente que le presentaba como un hombre común, ordinario, simple. Respondió enérgicamente diciendo qué hay de malo en ser un hombre normal. Ganó al republicano Thomas Dewey.
Vienen tiempos convulsos para Estados Unidos y para Europa. No sólo por la apremiante crisis económica sino por los frentes militares abiertos en Oriente Medio, la escasez del petróleo, la fuerza de India y China, las amenazas de Irán para borrar del mapa a Israel.
El gran desafío de Obama es aparecer como un hombre competente y normal que es capaz de afrontar los desafíos con frialdad. En cuestiones de fondo no le separa mucho de McCain. La gran incógnita es si a la hora de votar, los americanos se fijarán más en el color de la piel que en su programa de cambio.
Los americanos han preferido a un negro antes que a una mujer, Obama no va a tener los mismos apoyos, las mujeres se van a sentir minusvaloradas.
Roger Mateu
Lluís, Obama no ha ganado todavía.
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Me inclino por McCain, me da más seguridad, Obama se va a desinflar en cuanto le aprieten los republicanos.
Sr.Foix: Los votantes se van a fijar más en el precio del combustible de sus gasolineras que en el color de la piel del candidato; pero al candidato que se le ocurra decir que habrán de dejar sus dietas alimenticias, apretarse el cinturón y olvidarse de sus 4X4, a ese,a ese Sr.Foix, no le arriendo las ganancias…