El presidente Hugo Chávez ha paseado su retórica habitual por los salones del Kremlin, departiendo con el presidente Dmitri Medvedev y firmando contratos multimillonarios tanto en el sector energético como en el de defensa.
Venezuela es el socio y aliado más importante de Rusia en América Latina. Hoy llega a Madrid y está previsto que se entreviste con el presidente Zapatero y acuda a la Zarzuela para borrar las huellas de aquel “por qué no te callas” que le endilgó el rey Juan Carlos en la última cumbre en Chile.
Es práctica aceptada en las relaciones internacionales que los intereses de los estados pueden reunir en una misma mesa a personajes que poco tienen en común. Pero la presencia de Chávez en Madrid tiene riesgos. Cuando alguien habla sin tener en cuenta las consecuencias de lo que dice, puede ocurrrir cualquier cosa.
Chávez es un personaje que no lleva filtros puestos entre lo que piensa y lo que dice.
En en su paso por Moscú, Chávez justificó los contratos de armas firmados en el Kremlin pidiendo una alianzaz estratégica con Rusia para defenderse de lo que calificó como una am
naza norteamericana contra su país.
Medvedev no suscribió esta afirmación pero tampoco la condenó pensando, quizás, que si Estados Unidos están flirteando con el gobierno pro norteamericano de Georgia, Rusia puede disponer de un as en la manga en Latino América.
Nada permite establecer comparaciones con la crisis de los misiles de Cuba de 1962 que mantuvo al mundo en vilo hasta que Kennedy y Krusdchev desactivaron el conflicto. La alianza entre Moscú y Caracas no es ideológica y tampoco estratégica, por mucho que vocifere el populista Chávez. Es una alianza de intereses entre los conglomerados energéticos rusos y Petróleos de Venezuela.
A Chávez le interesan más los sistemas antimisiles, los submarinos y armas para las tropas, que vender el petróleo que obtiene en grandes cantidades y que pueden colocarse en el mercado sin demasiados esfuerzos.
La visita a Madrid puede estar justificada para asegurar energía y cicatrizar las heridas diplomáticas provocadas por el incidente con el Rey. Pero la diplomacia de Zapatero haría bien en no fiarse de Chávez, tanto por las palabras que puede proferir como por no confundir nuestros intereses energéticos con la venta y envío de armas a un gobierno que pretende construir un frente contra Occidente y contra Estados Unidos en particular.
La política exterior de Zapatero ha circulado por los arrabales de las potencias históricamente aliadas. Sus relaciones con Gran Bretaña y Alemania son mejorables a pesar de haber tendido puentes sólidos con Sarkozy. Es el primer presidente de la democracia que no ha tomado ni siquiera un café con el presidente americano.
Está muy bien cultivar nuestros intereses en Latino América pero sabiendo dónde están nuestros aliados.
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Si Chávez nos vende petroleo con una rebaja del 30% entonces tenemos Chávez para rato, aquí no le mandará callar nadie nunca mais.
Parece que en toda Europa comprarán el petroleo a precio de mercado de 130 $ o más, mientras España recibirá el petroleo de Venezuela a precio fijo de 100 $ el barril por una temporada ……?
Dejando la política aparte no es muy ético pero si práctico para España, a ver lo que dura??
Toda Europa recibe a Obama y aquí nos conformamos con recibir a Chávez.
Un slaudo,J.Vilá.-
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Que le explique Chávez a Zapatero lo que es una crisis y así nos reiremos todos.
Lluís, lo de invitar a Chávez a Marivent no me cuadra.
Desde luego este Chávez es un tipo peligroso, e imprevisible, al que habría que tramitar de la forma más discreta posible para dejar el asunto en manos de los diplomáticos profesionales.
Más preocupante es la errática trayectoria de nuestro presidente en política internacional. Lo de Bush ya es irremediable y va camino de ser agua pasada, pero sus imprudentes -por innecesarias- tomas de partido en asuntos de política interna de otros estados, son síntoma de que no aprende de sus tropiezos, y esto en un gobernante es, como decía, preocupante.
Sr.Foix: Algún día nos enteraremos de quién quita y pone a tantos personajes siniestros, en los gobiernos de los países productores de petróleo.