
La máquina de Hansi Flick produce goles inesperados con una rotación de jugadores imprevista y continuada. Más que un juego bonito, que lo es, es un juego práctico. De las genialidades irrepetibles del adolescente Lamine Yamal se pasa al oportunismo goleador del veterano Lewandowski. Flick ha aprovechado el heterogéneo grupo humano que encontró y lo…