El hecho de que la candidata Kamala Harris prodigue tantas carcajadas en sus súbitas intervenciones públicas no equivale a que tenga sentido del humor. Pero prefiero sus risas impetuosas a la severidad hiriente de Donald Trump. Qué poco sonríen nuestros políticos instalados permanentemente en la descalificación sistemática del adversario. Cuánto se agradece la ironía como…