Hace exactamente medio siglo que el diputado conservador británico Enoch Powell, hombre culto que hablaba el griego, el latín y el urdu tan bien como el inglés, proclamaba apocalípticamente que los inmigrantes presentaban tal amenaza que, parafraseando a Virgilio, se sentía como los romanos que veían bajar el Tíber ensangrentado por los asesinatos en convulsiones…